domingo, 2 de julio de 2017

Trotsky, el POUM y los hechos de mayo. Andy Durgan





VIENTO SUR Número 93/Septiembre 2007


1936-1937 combates por la revolución en la guerra civil española
Número 93 / septiembre 2007
Monográfico sobre el POUM



El análisis de Trotsky sobre la revolución española ha sido un punto de referencia por toda una generación de revolucionarios antiestalinistas, incluso sus durísimas críticas al POUM /1. Andreu Nin, la única vez que contestó a Trotsky, rechazó tanto estas críticas como el método utilizado por él y sus seguidores incondicionales:




Aunque la reacción de Nin sea comprensible, no es suficiente dejarlo así. A pesar de cualquier aspecto discutible que se puede plantear con la ventaja del tiempo, la trayectoria intelectual y militante de Trotsky sigue siendo de gran interés para la izquierda revolucionaria. El trotskismo en su conjunto ha mantenido vivo, a menudo en condiciones sumamente complicadas, la vigencia de un marxismo revolucionario internacionalista y radicalmente democrático durante décadas /3. La experiencia de la revolución española ilustra nítidamente temas tan claves como la naturaleza del poder de la clase trabajadora, el papel del anarquismo, del estalinismo y del Frente Popular, la relación entre la guerra y la revolución, la naturaleza del fascismo, así como las cuestiones nacionales y agrarias.


Los escritos de Trotsky sobre estas cuestiones son de indudable interés pero sería un error convertirlos en textos sagrados. Además, mientras que sus artículos sobre la situación política a principios de la República son algunos de sus más perceptivos, a finales de 1931 los acontecimientos de otras partes, especialmente en Alemania, atraían cada vez más su atención y escribió con menos frecuencia sobre el Estado español. No escribiría sistemáticamente otra vez sobre la cuestión hasta 1937, por eso comentó muy por encima aquellos acontecimientos cruciales en los años previos a la guerra civil, como la radicalización del Partido Socialista, las implicaciones de la victoria electoral de la derecha en 1933, la creación y la naturaleza de las Alianzas Obreras, las insurrecciones anarcosindicalistas de enero y diciembre de 1933, el movimiento revolucionario de octubre de 1934, las divisiones dentro de la CNT y la naturaleza del movimiento campesino.


Para Trotsky la lección principal de la revolución española era la necesidad de un partido revolucionario. Por lo tanto, no sorprende que mucho de lo que escribió durante y después de la guerra civil tuviera que ver con lo que vio como los errores del POUM, partido que Trotsky no consideró como revolucionario. La actuación de este partido durante los hechos de mayo de 1937, un momento determinante en el destino de la revolución, sería para el viejo líder bolchevique la prueba definitiva de su bancarrota política.


Sin embargo, como veremos, es más que discutible que Trotsky y los suyos tuvieron una visión acertada del POUM y su papel. A pesar de ser un partido joven, forjado en muchos sentidos en plena guerra y revolución, bastantes de los militantes y líderes del POUM se mostraron capaces de ofrecer una crítica penetrante de las limitaciones de su actuación. Como diría Enric Adroher (Gironella), dirigente poumista que nadie podría sospechar de ‘izquierdismo’, en 1939:

“El mal de un partido no está en el hecho de cometer o haber cometido errores. Todos los grandes partidos revolucionarios los han cometido. Y casi nos atreveríamos a decir que han sido precisamente los errores los que más han ayudado a que los partidos revolucionarios elaborasen la política y la táctica justa y capaz de llevarlos más tarde a la victoria. El verdadero problema no está precisamente en los errores, sino en saber aprender de los errores, en saber comprender y asimilar las experiencias pasadas.” /4


Trotsky y el POUM

Ya durante la República había una serie de desencuentros entre Trotsky y sus seguidores españoles. El apoyo del POUM al manifiesto del Frente Popular a principios de 1936, significaría la ruptura definitiva entre el trotskismo internacional y los antiguos militantes de la Izquierda Comunista. No obstante, antes de la guerra no era inevitable la ruptura completa. Ante la realidad de la existencia del nuevo partido, Trotsky sentenció:

“El nuevo partido ha sido proclamado. Tomamos acta. En la medida en que esto pueda depender del factor internacional, debemos hacer todo lo posible para hacer ganar autoridad y poderío a este partido. Esto no es posible más que por medio del marxismo consecuente e intransigente. Yo estoy dispuesto a seguir este camino y estoy seguro de que todos los camaradas del SI [Secretariado Internacional] colaborarán en todo lo que se nos pida.” /5


A principios de la guerra, Nin, Juan Andrade y otros ex militantes de la ICE aún mantuvieron contactos con la dirección del movimiento trotskista internacional. El POUM acordará seguir publicando artículos de Trotsky en su prensa, como había sido el caso antes de la guerra, y plantea al gobierno catalán la cuestión de conceder a Trotsky asilo en Catalunya. Se acordó también que los trotskistas extranjeros presentes en el Estado español se alistarían en las milicias poumistas.

La reacción de Trotsky ante estos contactos iniciales fue muy conciliadora. Escribió en agosto de 1936 a Jean Rous, el representante trotskista en Barcelona, lo siguiente:




Tres días más tarde admitió, cuando especulaba sobre cómo el POUM podía colaborar con los anarquistas, que “no somos más que espectadores […] estos problemas sólo pueden resolverse sobre el propio terreno” /7. La carta de Trotsky a Rous fue interceptada por la policía secreta de Mussolini y nunca llegó a su destino. Las viejas fricciones pronto volvieron a surgir, en un momento en que Trotsky tuvo que aceptar el silencio impuesto por su internamiento en Noruega. Como indica Pierre Broué, la incapacidad de Trotsky para intervenir en la situación española tuvo lugar cuando en su relación con Nin y otros antiguos militantes de la ICE “la menor iniciativa política, podía tener consecuencias de un significado incalculable” /8.


Con la entrada de Nin en la Generalitat a finales de septiembre de 1936, la actitud de Trotsky hacia el POUM se endureció aún más. Cuando pudo volver a centrarse en la situación española, pareció haber abandonado cualquier idea acerca de ganarse al POUM a sus posiciones. El “centrismo” y la “traición” del partido, acusaciones que ahora se convirtieron en habituales en los escritos de Trotsky, fueron, según él, la consecuencia lógica de la política de Nin y la Izquierda Comunista en los años anteriores a la guerra. Según el antiguo dirigente bolchevique “a pesar de sus intenciones, el POUM, ha resultado ser el principal obstáculo en la vía de la construcción de un partido revolucionario” y así el daño real causado por la dirección del POUM durante la revolución española consistió en que “dadas sus fórmulas generales de izquierda los dirigentes del POUM han creado la ilusión de que existía en España un partido revolucionario y han impedido la aparición de tendencias auténticamente proletarias, intransigentes” /9.


El POUM durante los hechos de mayo

Los acontecimientos de mayo 1937 fueron la culminación de una serie de provocaciones y ataques a la revolución que ya empezaron meses antes. En la prensa estalinista aumentaban las calumnias contra los “trotskistas-fascistas” del POUM, así como las exigencias sobre su prohibición. Los llamamientos del POUM a favor de una revolución socialista y sus denuncias constantes a los Procesos de Moscú resultaban particularmente hirientes para los estalinistas, tanto fuera como dentro del Estado español. En Madrid, la represión contra el POUM ya había comenzado. En octubre, militantes de la juventud comunista-socialista unificada (las Juventudes Socialistas Unificadas) asaltaron la sede de la JCI. Pronto la prensa y la radio del partido en la capital del Estado fueron clausuradas. En diciembre, el POUM fue echado del gobierno catalán, a instancias del cónsul soviético, Antonov Ovseenko. Como comentó más tarde Julián Gorkín, el estalinismo “comprendió que, mientras estuviera el POUM en la Generalidad, sería muy difícil reducir a la CNT y preparar la liquidación contrarrevolucionaria desde las alturas del Poder” /10


Durante los primeros meses de 1937, el POUM avisó repetidamente de los intentos de minar la revolución, particularmente sobre cualquier intento de desarmar a los trabajadores en la retaguardia. Aun así, los líderes del POUM, que estaban mucho más preocupados por los peligros que enfrentaba la revolución que los anarcosindicalistas, sobreestimaron su propia fortaleza. Por ejemplo, Nin argumentó en marzo de 1937 que todavía era posible tomar el poder pacíficamente, sin recurrir a una insurrección armada /11. Trotsky, escribiendo desde miles de kilómetros de distancia, menospreció este optimismo “Ya hoy, el poder se encuentra en manos de los altos mandos militares y de la burocracia, aliados con los estalinistas y los anarco-reformistas […] [apoyados por] la burguesía extranjera y […] la burocracia soviética. En estas condiciones, ha blar de la conquista pacífica del poder, es engañarse a uno mismo y a la clase obrera” /12. Desafortunadamente para el POUM, muy pronto se vería que estaba en lo cierto.


Una vez que comenzó la sublevación obrera el 3 de mayo, el POUM inmediatamente se colocó junto a los trabajadores y propuso la creación de ‘Comités de Defensa de la Revolución’ en cada barrio y lugar de trabajo basados no sólo en los anarcosindicalistas, sino en todos que estuvieron dispuestos a defender las conquistas revolucionarias. El partido creía que era posible tomar Barcelona y posteriormente forzar a las autoridades a pactar con los revolucionarios. El problema vino una vez más del intento del POUM de influenciar al liderazgo de la CNT. Desde el primer día de la revuelta, el POUM hizo un gran esfuerzo para coordinar la lucha con los anarcosindicalistas y se realizaron varias reuniones entre representantes de la dirección del partido y de la CNT, FAI y FIJL (Juventudes Libertarias). Pero la CNT sólo estaba interesada en finalizar la revuelta tan pronto como fuera posible. El líder de la JCI, Wilebaldo Solano, describió cómo los representantes del POUM quedaron “atónitos ante la ligereza y la miopía política de los dirigentes cenetistas” /13. Los militantes del POUM trabajaron estrechamente con los Comités de Defensa de la CNT, pero como explicaría Nin, no hubo ningún caso donde la concepción poumista de comités más amplios “en defensa de la revolución” se convirtiera en realidad /14.

La patética llamada del ministro anarquista García Oliver a los trabajadores para que depusieran las armas y abrazaran a sus enemigos fue suficiente para dar al liderazgo de la CNT en Barcelona la excusa para replegarse completamente. El POUM reconocía internamente que la CNT había traicionado la lucha, pero, como informó Gorkín, “la táctica nos impone hacer esta crítica con precaución, para no aislarnos. Si la cabeza de la CNT fuera atacada frontalmente, la base de la CNT se levantaría unánime en su defensa” /15. Como no estaba preparado para romper públicamente con los líderes de la CNT, el POUM tuvo poco donde elegir y se vio obligado a abandonar las barricadas para evitar una “represión sangrienta”. La dirección del partido ya había intervenido para frenar una columna conjunta de JCI-FIJL, que iba a marchar sobre los pocos edificios gubernamentales en el centro de la ciudad todavía en manos de la Generalitat, porque la CNT no habría apoyado esa acción. Inicialmente, la dirección del POUM incluso intentaba presentar el resultado de la lucha como una victoria, insistiendo en que la provocación de la contrarrevolución había sido aplastada por la magnífica reacción de la clase trabajadora /16. No pasaría mucho tiempo hasta que se pudieran ver las consecuencias de lo que realmente fue una derrota decisiva para la izquierda revolucionaria.
Trotsky y los hechos de mayo

Desde el punto vista de Trotsky, el hecho de que el POUM no liderara la toma del poder en mayo de 1937 fue quizá su mayor traición. Los anarcosindicalistas habían confirmado que la toma del poder estaba al orden del día al clamar en su prensa que podrían haber tomado el poder “si hubieran querido”. Unos meses después Trotsky escribió:


“Prever’ los acontecimientos de mayo y prepararse para ellos, sólo podía hacerse de una manera, declarando una guerra implacable a los gobiernos de Cataluña y España, negándoles toda colaboración política, oponiendo su partido a todos los demás, es decir a sus direcciones, en particular… la de la CNT. […] Una política intransigente de este tipo, evidentemente con la participación activa en la lucha militar y en los movimientos revolucionarios de las masas, hubiera asegurado al POUM una inquebrantable autoridad entre los obreros anarquistas. En vez de esto, el POUM relama la vuelta de sus dirigentes al gobierno contrarrevolucionario, mientras que aseguraba […] que los obreros podían apoderarse del poder sin combate.


[…] Si el proletariado de Catalunya se hubiera apoderado del poder en mayo de 1937, habría encontrado el apoyo de toda España. La reacción burguesa-estalinista no hubiera encontrado ni siquiera dos regimientos para aplastar a los obreros catalanes. En el territorio ocupado por Franco, no solo los obreros, sino incluso los campesinos, se habrían colocado del lado de los obreros de la Catalunya proletaria, habrían aislado al ejército fascista, introduciendo en él una irresistible disgregación. En tales condiciones, es dudoso que algún gobierno extranjero se hubiese arriesgado a lanzar sus regimientos sobre el ardiente suelo de España. La intervención hubiera sido materialmente imposible, o por lo menos peligrosa.
[…] Evidentemente en toda insurrección existe un elemento imprevisto y arriesgado, pero todo el curso ulterior de los acontecimientos ha demostrado que, incluso en caso de derrota, la situación del proletariado español hubiera sido incomparablemente más favorable que la actual…” /17

Y después de la guerra añadió:

“Los dirigentes del POUM no habían hecho nada serio para preparar (la revolución socialista) ya que esta preparación sólo podía pasar por una movilización desapiadada, valiente, implacable, de los obreros anarquistas, socialistas y comunistas contra sus dirigentes traidores. No había que tener miedo separase de estos dirigentes, de convertirse en los primeros tiempos en una secta, […] había que lanzar consignas justas, claras, predecir el porvenir y, apoyándose en los acontecimientos, desacreditar a los dirigentes oficiales y expulsarse de sus puestos. En ocho meses los bolcheviques pasaron ser un pequeño grupo a convertirse en una fuerza decisiva. […] Si no lo ha hecho, no es […] por la culpa de los imperialismos democráticos o de los burócratas de Moscú, sino el resultado de causas internas; su propia dirección no sabía donde ir ni por qué vía.” /18


¿Habría sido posible que la clase trabajadora tomara el poder en mayo de 1937? Es razonable pensar, tal y como hizo Trotsky, que si los trabajadores hubieran dado ese paso en Catalunya en mayo, o incluso antes, esto podría haber tenido tremendas repercusiones no solo en las zonas republicana y fascista del Estado español, sino también a nivel internacional. Particularmente, los sectores más radicales de la CNT y de la izquierda socialista se habrían visto muy fortalecidos. Sin embargo, en mayo de 1937 las circunstancias objetivas no eran tan favorables como Trotsky explicaba. Era muy dudoso que la “reacción burguesa-estalinista no hubiera encontrado ni siquiera dos regimientos para aplastar a los obreros catalanes”. La realidad era que el gobierno republicano contaba por entonces con fuerzas militares bastante extensas para utilizar. Además de las unidades de la Guardia Republicana (antes la Guardia Civil) y la recientemente reorganizada policía de fronteras, los carabineros, los estalinistas habían consolidado una fuerza militar masiva, en particular junto a Madrid, que se reforzó aún más con la presencia de las Brigadas Internacionales. La base del apoyo a los estalinistas podría haberse visto severamente mermada con la toma del poder por parte de los trabajadores en Catalunya, pero considerando los hechos posteriores re sulta difícil pensar que no hubieran sido capaces de reunir tropas suficientes para defender seriamente el Estado republicano.


Desde luego, esto no descarta la posibilidad de una victoria revolucionaria. Como el mismo Trotsky apuntó, “ninguna revolución tiene la victoria garantizada”, pero la situación militar y política en mayo de 1937 era más desfavorable de lo que parece que éste apreció. En comparación con el primer mes de guerra, la revolución ya se había visto seriamente socavada cuando los estalinistas provocaron el levantamiento de mayo. Más que la gran oportunidad perdida, los hechos mayo fueron, como ha escrito Miguel Romero, “el choque entre un proceso revolucionario en descenso y a la defensiva y otro de contrarrevolución democrática en ascenso y ofensiva”, aunque “el resultado de este enfrentamiento no estaba decidido de antemano” /19


Una crítica necesaria


Cualquier observación crítica sobre la visión de Trotsky respecto a los hechos de mayo de 1937 no implica que no hubiera alternativa a la posición que adoptó el POUM. Dentro del partido un análisis crítico de su actuación no solamente vino desde lo que se puede considera como su izquierda, por ejemplo de parte de Josep Rebull, cuya influencia ha sido muy exagerada por observadores extranjeros, /20 sino desde la propia dirección. Gorkín, dos semanas después del levantamiento, dio una cierta credibilidad al análisis de Trotsky cuando informó de que:

“sise hubiera tomado el poder, el Gobierno Central habría tratado con Cataluña, pues Cataluña es la región más antifascista de toda España. Y habría temido las repercusiones de una represión violenta, pues la CNT, en los frentes de Madrid por ejemplo, ha suministrado los mejores combatientes. No hay duda que un tal gobierno revolucionario hubiera podido tratar con el resto de partidos de España y habría extendido la situación revolucionaria.” /21


Gironella admitiría unos meses después del final de la guerra que su partido falló a la hora de comprender el curso de los hechos hasta mayo, por lo que no se había preparado para la lucha y no sabía cómo tomar ventaja a la “gran traición del anarquismo”. En lugar de plantear la situación “como era: una lucha violenta por el poder”, escribió, el POUM “lo planteó como una sencilla provocación contrarrevolucionaria”. No fue tan solo una provocación, sino “la solución definitiva” de la contradicción que había surgido en julio de 1936 “a favor de la contrarrevolución.” /22



La posición del POUM en mayo de 1937 fue el resultado lógico de la política practicada desde que la guerra comenzó. Como explicaría Gorkín:

“El POUM cometió […] un error: no plantear el problema del mantenimiento y la defensa del Comité Central de Milicias, con toda claridad y toda energía, ante las masas obreras y campesinas de Cataluña. […] Pero este error de actuación y de táctica era producto evidente de otro fundamental: no haber sabido plantearse, ni teórica ni prácticamente, el problema del Poder y, por consiguiente, de los órganos de Poder […] Esto le obligó, evidentemente, a ir a remolque de las demás fuerzas, principalmente de la CNT, en lugar de provocar la consiguiente diferenciación en su seno y de arrastrar en pos nuestro por lo menos a la parte más avanzada y revolucionaria de la gran organización confederal.

“Las fuerzas opuestas a la revolución no quedaron en la impotencia “en nombre de un prejuicio, que ha jugado un papel altamente reaccionario en el curso de los acontecimientos: el mantenimiento de la ‘unidad antifascista’, opuesto a la necesidad de la diferenciación revolucionaria.” /23


Gironella, quien, como Gorkín, se puede considerar de haber sido hasta este momento un representante de la ortodoxia poumista, también opinó después de la guerra que:


“Nuestro Partido, no sólo no ha comprendido la gravedad de los problemas que se plantean al Comité Central de Milicias, no sólo no comprende el verdadero significado de su disolución, sino que ayuda a que ésta se realice”.


Incomprensión que llevó el POUM a participar en el Gobierno de la Generalidad, gobierno que:

“…se constituyó con esta sola misión histórica: liquidar [los] Comités [locales], integrándolos a los Ayuntamientos tradicionales. Ésta fue la única labor realizada por aquel Gobierno. Nuestro Partido se encargó de convencer a las fuerzas revolucionarias de las comarcas de la necesidad de aceptar aquel sacrificio, que debía ser un paso más en el retroceso revolucionario” /24
En mayo, temeroso de quedar aislado y de romper públicamente con la dirección de la CNT, fue muy difícil para el POUM afrontar los hechos. Si los anarcosindicalistas hubieran aceptado la propuesta del POUM y ambas organizaciones hubieran tomado el control de Barcelona completamente, cogiendo aliento así para la revolución, el resultado de los hechos de mayo podría haber sido muy diferente. Sólo se puede especular sobre si las fuerzas revolucionarias pudieron haber tomado el poder en la zona republicana. Sin embargo, la línea tomada por el liderazgo anarcosindicalista significó una rendición abismal y el fracaso final de la revolución.


Partido y clase

Con la guerra civil más o menos finalizada y dada la gran magnitud de la derrota de la clase trabajadora española, Trotsky concluyó que “si el POUM no se hubiese situado a remolque de los anarquistas, si no hubiese confraternizado con el Frente Popular, si hubiera llevado una política revolucionaria intransigente, entonces, en el momento de la insurrección de 1937, o probablemente mucho antes, se habría visto situado naturalmente a la cabeza de las masas y habría asegurado su victoria” /25


Mientras que lo “correcto” de la posición de Trotsky puede ser evidente para muchos, la relación entre las ideas y la práctica siempre ha sido más compleja. Como concluyó el líder bolchevique-leninista, Erwin Wolf, poco antes de que los estalinistas lo secuestraran, analizando el fracaso de su grupo para influenciar al POUM, “las ideas correctas, en sí mismas, no son suficientes” /26.

Ya a finales de los años treinta se puede ver una tendencia “casi milenarista y mesiánica” en la política de Trotsky; una tendencia convertida después en habitual en muchos de sus seguidores y que fue producto de las cada vez más desesperadas circunstancias tanto personales como las del movimiento que estaba intentando construir /27. Para Trotsky, la brecha existente entre las necesidades objetivas y la realidad subjetiva se tenía que superar tan rápido como fuera posible. Había una urgente necesidad de construir un nuevo liderazgo revolucionario, no sólo en cada país sino también a nivel internacional. Como Trotsky escribió en 1938, “la crisis actual de la civilización humana es la crisis de la dirección proletaria”. Estaba seguro de que “durante los próximos diez años el programa de la Cuarta Internacional se transformará en la guía de millones de personas y estos millones de revolucionarios sabrán cómo darle la vuelta al cielo y la tierra”. Cuando escribía a finales de 1937 sobre la derrota de la revolución española, había concluido que a lo largo del mundo “los cuadros revolucionarios actualmente se agrupan bajo la bandera de la IVª Internacional. Ha nacido bajo el estruendo de la derrota, para conducir a los trabajadores hacia la victoria” /28.


Como ha comentado Duncan Hallas, “las expectativas creadas por esas afirmaciones hicieron extremadamente dificultosas para los seguidores de Trotsky unas sensatas y realistas valoraciones de los cambios en la conciencia de la clase trabajadora, de los cambios en el equilibrio de fuerzas de clase, y de los cambios tácticos para obtener la máxima ventaja de ellas (la esencia de la práctica política de Lenin)”. ”. Lo mismo ocurría con el énfasis que se puso en la centralidad de las demandas programáticas como una forma de superar las debilidades de los revolucionarios, lo que provocaba que las reivindicaciones en sí mismas parecieran tener “algún valor independiente respecto a la organización revolucionaria” /29.


Trotsky se basaba en la experiencia de los bolcheviques para creer en la posibilidad de que, en una situación revolucionaria, un pequeño grupo se transformara rápidamente en un partido de masas y en el liderazgo de la clase trabajadora. No obstante, resultan más que evidentes las importantes diferencias que existían entre el minúsculo grupo bolchevique-leninista español, o incluso el POUM, y los bolcheviques. Antes de liderar la toma del poder, pese a ser una organización relativamente pequeña, el partido ruso no sólo tenía un programa claro (aunque fuera posterior a abril de 1917) y un brillante liderazgo en Lenin, sino también cerca de veinte años de una experiencia dura y rica en lecciones políticas. Además, los bolcheviques, incluso siendo una minoría, contaban con una base consolidada entre sectores clave del proletariado ruso.

En contraste con algunos de los escritos de Trotsky de esa época, su último artículo sobre las lecciones de la revolución español, en el que estaba trabajando cuando fue asesinado en agosto de 1940, reflejaba los problemas reales que suponía construir un partido revolucionario. Además de requerir un programa correcto, un partido así necesitaba cuadros experimentados, algo que no podía constituirse en un corto espacio de tiempo.

[…] en el curso de una revolución […] cuando los acontecimientos se suceden a un ritmo acelerado, un partido débil puede convertirse en un partido poderoso, con la única condición de que comprenda con lucidez el curso de la revolución y que posea cuadros probados que no se dejen exaltar por las palabras o aterrorizar por la represión. Pero es necesario que un partido de estas condiciones exista desde mucho antes de la revolución en la medida en que el proceso de formación de cuadros exige plazos considerables y que la revolución no deja tiempo para ello.” /30
La realidad era tal en 1936 y 1937 que no existió otro camino que el que pasaba por el POUM; un partido que por su juventud y su dinamismo no fue un proyecto cerrado, ni mucho menos terminado, una apuesta imprescindible para la unidad de los marxistas revolucionarios.

Andy Durgan es historiador. Autor de El Bloque Obrero y Campesino 1930-1936 (Laertes, 1996) y The Spanish Civil War (Palgrave, 2007). Es miembro de la Fundació Andreu Nin

1/ Entre 1930 y 1940 Trotsky escribió al menos treinta y nueve artículos y sesenta y seis cartas, la mayoría de los cuales fueron publicados en esa época, que se refieren a los acontecimientos del Estado español. La colección más completa, a pesar de algunos fallos de edición y traducción, se encuentra en: L. Trotsky, La Revolución Española, 2 tomos(Barcelona, 1977), editados por Pierre Broué.

2/ Nin, A. “El problema de los órganos de poder en la revolución española”, Juillet. Revue Internationale du POUM nº 1, París-Barcelona, junio de 1937.
Andrés Nin /  El problema de los órganos de poder  en la revolución española* (1937)



3/ Por un análisis matizado y inteligente del desarrollo del trotskismo ver, Bensaïd, D. (2007) Trotskismos Barcelona: Viejo Topo; Callinicos, A. (1990) Trotskyism. OUP; Cliff, T. (2005) El trotskismo después de Trotsky. En lucha.

4/ Gironella (Enric Adroher) (1939), “Sobre los errores cometidos por el POUM”, POUM, L’experience Espagnole, París.

5/ Citado en: Rous,J(1935) Rapportsurla fusion de la Gauche Communiste d’Espagne (Section de la LCI) et le BOC (Bloc ouvrier et paysan, Maurín), septiembre de 1935; reproducido en: Trotsky, op.cit., tomo 2, pág. 370.

6/ “Es preciso superar las divergencias pasadas”, 16 de agosto de 1936, op. cit., págs. 65-66.

7/ “No somos más que espectadores” (Extracto de una carta a Víctor Serge), 19 de agosto de1936, op.cit., pág. 68.

LEON TROTSKY  ¿ES POSIBLE UN ACERCAMIENTO A NIN?[1] 
(Extractos de cartas a Víctor Serge)

Fuente
Leon Trotsky  LA REVOLUCIÓN ESPAÑOL  (1930-1939)


León Trotsky, escritos sobre España (La revolución española al día)


Fuente:
León Trotsky ESCRITOS SOBRE ESPAÑA (1830- 1932)



 8/ Ídem, pág. 22.

9/ “Lección de España: última advertencia”, 17 de diciembre de 1937, op.cit, pág. 228; “El POUM, Partido centrista”, Carta a Daniel Guerin, 10 de marzo de 1939, op. cit., pág. 279.
10/ Gorkín, J. “EI error fundamental”, POUM, L’experience Espagnole.

11/ La Batalla, 14 de marzo de 1937.

12/ “¿Es posible la victoria?”, 23 de abril de 1937, Trotsky, op. cit., pág. 107 (traducción corregida desde la versión inglesa).


 13/ Solano, W. (1999) El POUM en la historia. Madrid, pág. 94.



15/ “Reunión del Subsecretariado Internacional del POUM, 14 de mayo de 1937. Informe del camarada Gorkín sobre las jornadas de Mayo”, reproducido en Balance, Cuaderno nº 2, junio de 1995.


17/ “La verificación de las ideas y de los individuos a través de la experiencia de la revolución española”, 24 de agosto de 1937, Trotsky, op. cit., págs. 144, 147-8.

18/ El POUM, Partido centrista…”, ídem pág. 280.


19/ Romero, M. (1988) “Catalunya, mayo de 1937 el final de la revolución”, en Fundación Andreu Nin, Lossucesos de mayo de 1937. Una revolución en la República. Madrid. pág.101.
20/ Para los escritos de Rebull ver Trotsky, op. cit., págs.507-516; y Balance: http://es.geocities.com/hbalance2000/.
21/ “Reunión del Subsecretariado Internacional…”.
 22/ Gironella, “Sobre los errores…”.
23/ Gorkín, “EI error fundamental…”.
24/ Gironella, “Sobre los errores…”.
25/ “El POUM, un Partido centrista…”, Trotsky, op.cit, págs. 280-281.
 26/ B.N., “Rapport Interieur”, Barcelona, 6.7.37, en A. Guillamón (ed.), (1996) Documentación histórica del trosquismo español (1936-1948). Madrid, págs. 139-140.
27/ Molyneux,J. (1981) Leon Trotsky’s Theory of Revolution. Brighton, pág. 185.
28/ Trotsky, L. (1973) El programa de transición para la revolución socialista. Buenos Aires, pág. 52; “The founding of the Fourth International”, 18 de octubre de 1938, Writings of Leon Trotsky 1938-39 (1974) Nueva York, pág. 87; “Lección de España…”, Trotsky, op. cit., pág. 239.

29/ Hallas, D. (1979) Trotsky’s Marxism. Londres, págs. 103-104.


30/ “Clase, Partido y dirección: ¿por qué ha sido vencido el proletariado español?”, 20 de agosto de 1940, Trotsky, op. cit., págs. 313-314



Vida, obra y muerte de Andreu Nin


Los crímenes de Stalin. Nikita Khrushchev Informe Secreto al XX Congreso del PCUS, 25 de febrero de 1956


El terror estalinista en Barcelona 1938 (Agustín Guillamón)


Andreu Nin y Joaquín Maurín: vidas paralelas, por Wilebaldo Solano



Wilebaldo Solano. La larga marcha por la verdad sobre Andreu Nin

Trotski y el POUM: un balance. Ignacio Iglesias



L. Trotsky  EL P.O.U.M., PARTIDO CENTRISTA[1]

(Carta a Daniel Guérin, 10 de marzo de 1939)




Andrés Nin. Los problemas de la revolución española


Andreu Nin. Los órganos de poder y la revolución española mayo 1937


Andrés Nin La concepción marxista del poder y la revolución española





Burocracia y capitalismo de Estado. Ignacio Iglesias



Trotsky justificando la represión de la insurrección de Kronstadt.



La Comuna de Cronstadt Crepúsculo sangriento de los Soviets




León Trotsky ESCRITOS SOBRE ESPAÑA 1930- 1932


Leon Trotsky  LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA  (1930-1939)














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