miércoles, 22 de mayo de 2013

El Ingenioso Hidalgo Don Carlos del ABC y sus poliperiodísticos reportajes criminalizadores al servicio del poder




 


 

Por Pedro Antonio Honrubia Hurtado  Jueves, 23 de mayo de 2013

En un lugar de la infamia, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un Hidalgo de los de pluma fácil, sueldo bondadoso, serviciales modales y una gorra de madero por espíritu profesional cuando la ocasión lo requiere...

Es, pues, de saber, que este sobredicho Hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a escribir reportajes criminalizadores con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de su profesión, y aun la más mínima decencia moral que en ella hubiera; y llegó a tanto su desfachatez y desatino en esto, que no dudó en escribir cuantas historias fueran necesarias para señalar con su dedo a quienes osan no callar ante los abusos del poder político, económico y policial del momento, sin pararse a pensar si con ello estaba allanando el camino para procesar y llevar ante los tribunales, incluso a la cárcel, a personas de carne y hueso, en cuyas vidas quedarán marcadas para siempre esas experiencias, con sus dolorosos recuerdos, pese a no haber hecho más que defender la dignidad de un pueblo.

Imagine el lector cuán ingenioso y eficaz resultaba en su labor nuestro querido Hidalgo, que hasta aquellos cuerpos y fuerzas de seguridad del estado para los que escribía al dictado, no tuvieron más remedio que así reconocerlo, premiándolo por tan valiente dedicación en más de una ocasión. Policía Municipal de Madrid, primero, y Guardia Civil, en lo sucesivo, hubieron de rendirse sin remedio a semejante talento para el lacayismo y el lamebotismo al poderoso, y la consecuente e inevitable manipulación sobre la verdad de los hechos. Escribir en consonancia a lo que te ordenan desde una Subdelegación del Gobierno, desde el Gobierno mismo, o desde cualquier comisaría y/o cuartelillo de turno, no es tarea fácil para quien estudió periodismo. De periodista a chivato, o de chivato a periodista, de periodista a propagandista del régimen, o de propagandista del régimen a periodista, siempre con la verdad del gobierno y la policía como única fuente fiable para la validez y/o veracidad de todo conocimiento, así pasaba la vida nuestro querido Hidalgo, no dudando en mostrarse orgulloso de ello.



 

Era un Hidalgo, eso sí, al que la nobleza no le había llegado por vía del saber, sino de la más respetable forma posible para un sujeto de sus pretensiones y formas, esto es, por la bondad de costumbres. Siguiendo con la no menos noble tradición del ABC, rincón de la prensa cavernícola a cuya tradición periodística debía su título nobiliario, y en cuyas portadas asomaron antaño, con fervor y admiración, felicitaciones al cumpleaños de Hitler, alabanzas al golpe de estado y a la dictadura de Franco o parabienes al Golpe de estado de Pinochet en Chile, nuestro Hidalgo no dudó en poner su trabajo al servicio de la lucha contra los malvados rojos, fuente de todo problema y de todo malestar que asole en cualquier lugar del mundo a la humanidad.

Si para ello había que criminalizar y echar basura mediática sobre todo un movimiento, el 15-M, en el momento álgido de las protestas, reproduciendo las informaciones policiales al respecto, mejor dicho, los inventos policiales al respecto, y sembrando la duda sobre los organizadores y/o participantes del mismo, se hacía. “Atracadores infiltrados en el 15-M”, en realidad, un buen título para hacer saber a la sociedad que entre esos que dicen ser manifestantes pacíficos, lo que abundan son sucios okupas y malolientes antisistema, que pretenden perturbar la paz de una ciudad como Madrid, y hacer perder dinero a honrados comerciantes, con lo que no se merecen menos que procesos judiciales y cárcel.

Sobre todo si, con el devenir de los acontecimientos, los sucios okupas se dedican a expandirse por la ciudad y, ocultando sus antecedentes policiales –datos a los cuales nuestro Hidalgo tiene acceso de primera mano-, van okupando edificio tras edificio tras edificio tras edificio, hasta que la valiente y valerosa defensora de la ley, Cristina Cifuentes, decidiese pararles los pies.

Si para ello había que escribir sobre el pasado de violencia y delincuencia de un joven llamado Alfon, al que las hordas rojas querían convertir en un mártir de la libertad solo por estar encarcelado sin juicio y sin pruebas inculpatorias en su contra, en un régimen penitenciario propio de los más crueles y despiadados delincuentes como es el FIES, se hacía. Con unos datos, claro está, que solo podían provenir directamente de la mesa de una tal Cristina Cifuentes, o de los cuerpos policiales al servicio de ésta, pero a los que nuestro valiente Hidalgo hacía pasar como si de verdades absolutas e incuestionables se trataran. Alfón, el héroe antifascista: atraco, agresión sexual y drogas, o «"Alfon" es violento y con un alto grado de peligrosidad», o “La policía atribuye a Alfon métodos de Kale Borroka”, fueron algunos de los nada tendenciosos ni manipulares reportajes que nuestro Hidalgo dejó para la posteridad, esos mismos por los que luego acabará recibiendo sus bien merecidos premios.



 

Los saboteadores de Metros “ miembros activos del 15-M” –por supuesto-, los usuarios de espacios sospechosos de ser madriguera de antisistemas, como La Tabacalera, o los antisistemas que se dedican a poner bombas en Catedrales –aunque también  podría haber sido un simple perturbado: nunca un ciudadano de bien-, no se han librado tampoco de los elaborados relatos que nuestro Hidalgo ha ido escribiendo durante estos últimos dos años, a la orden y con los datos que le iban proporcionando sus amigos policías, o sus contactos directos con la mismísima subdelegada del Gobierno en Madrid. A resaltar, no es para menos, el día en que nuestro afamado escribiente, de tan altas dotes imaginativa y servicial, descubrió al mundo el plan de veinte grupos antisistema, que venían a reunirse en Lavapiés y Vallekas –esos barrios de rojos malvados, obvio-, y que pretendían agitar Madrid un 23 de febrero, con intenciones golpistas. Bukaneros, La asociación estudiantil Contrapoder, La Coordinadora Antifascista de Madrid, Izquierda Castellana, los comunistas de Estrella Roja, los okupas de La Traba, los anticapitalistas de Yesca, La Plataforma, Iniciativa Comunista, Colectivos de Jóvenes Comunistas, nadie se salva de la maldad roja, según nuestro Hidalgo.

Por supuesto, en su afán por no dejar títere con cabeza, en su lucha contra todo aquello que pudiera perturbar la paz de los cementerios en los que tan a gusto viven el señor Hidalgo y los suyos entre 6 millones de parados, 40.000 familias desahuciadas al año, un 25% de pobreza infantil, casi dos millones de familias sin ningún tipo de ingresos, y sospechas más que fundadas de que los mismos que alimentan diarios como el ABC a base de publicidad institucional y de suscripciones al diario de diferentes instituciones públicas, se lo han estado llevando crudo y a manos llenas, quienes han osado no callarse y estar en primera línea de acción ejerciendo el derecho humano a la información, denunciando los abusos policiales y atreviéndose a dar la cara ante la violencia del estado para que el mundo entero pueda ser conocedor del modo de actuar que tienen los CFSE en España, la forma con la que, a base de represión y violencia, están tratando de silenciar a quienes protestan contra las políticas de recortes sociales, la pérdida de derechos laborales o el saqueo del dinero público para ponerlo en manos de banqueros usureros y estafadores y ladrones varios, también debían ser señalados. No sabemos si a iniciativa propia de nuestro Hidalgo –lo dudamos- o a petición expresa de la propia policía o la subdelegación del gobierno, pero debían ser señalados.



 

Así, en el colmo del delirio mediático y la fantasía represiva, en la más cuidada forma de atacar el corazón mismo de las coberturas independientes a las protestas ciudadanas, nuestro querido Hidalgo nos informaba –es un decir- de que en tales protestas, según los datos que le habían pasado sus amigos policías, se habían estado infiltrando personas que, haciéndose pasar por fotoperiodistas –pero sin ser periodistas-, se habían dedicado a enfrentarse con la policía, a generar violencia y a llamar a la pelea contra los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, mientras se amparaban en su condición de falsos periodistas. El reportaje fue publicado a mediados de abril tanto en la web como en la edición en papel del ABC. Ya estaban en la diana.

Poco más de un mes después, porque la realidad, en estos casos, siempre supera a la ficción, la misma policía que había suministrado dicha “información” a nuestro Hidalgo se planta en la casa de dos de estos supuestos “falsos periodistas infiltrados” para llevárselos detenidos. Operación "caza al fotoperiodista" finalizada. Nuestro Hidalgo, una vez más, podía sentirse orgulloso de su trabajo.

Como ya se sabrá, a estos detenidos se los acusa de enfrentarse y agredir a la policía, así como de lanzar calumnias sobre la labor de los policías –estos sí- infiltrados en las manifestaciones, a los que los detenidos habrían acusado de ser incitadores de la violencia y de iniciar los altercados por los que ahora los detenidos están siendo procesados. Curiosamente, casualidades de la vida en este maravilloso mundo de fantasía literaria que venimos narrando, los detenidos han sido dos personas relacionadas con las informaciones publicadas por nuestro amado Hidalgo. La una, Raúl Capín, justamente aparecía en una de las fotografías que ilustraban el reportaje de nuestro Hidalgo en la edición en papel del diario madrileño. La otra, Adolfo Luján, aunque no aparecía en el reportaje, nada más y nada menos que osó enfrentarse a nuestro Hidalgo a través de twitter a cuenta de la publicación de tal reportaje, acusándolo de falta de rigurosidad y dejándolo en evidencia y ridículo con la aportación de algunos datos sobre algunos de estos fotoperiodistas a los que tan alegremente nuestro Hidalgo atacaba. Y todo ello después de fotografiar a policías infiltrados.

Ambos, sea como fuere, están ahora detenidos y pasando la noche en una comisaría, privados de libertad, acusados de justamente aquello que nuestro Hidalgo apuntaba hace algo más de un mes en su profético y visionario texto. Casualidades de la vida, ya ven.

Todo un síntoma, no me dirán lo contrario, de cómo funciona esto que llaman democracia en este rincón al Oeste del Reino de la mar salá que llaman Hispania. La policía indica a la prensa a quien señalar. La prensa señala. La policía detiene. La justicia, la justicia, bueno, ya veremos de qué parte está. Aunque tampoco se debe esperar mucho, a la vista de lo ocurrido en otros casos similares años atrás. Desde ayer todos los que trabajamos o colaboramos en medios independientes, somos también ya oficialmente parte del enemigo a perseguir y castigar, a encarcelar, si fuese necesario. No quieren testigos incómodos, como bien apunta el abogado de uno de los detenidos Rafa Mayoral.

Aunque yo, eso sí, pase lo que pase, quedaré satisfecho y ufano de haber sido capaz de, pese a saber de tus contactos policiales, de tu relación con el poder político, de tu tendencia a no pestañear cuando señalas para que puedan ensañarse judicialmente con alguien al punto de hundir su vida en una cárcel pese a no haber hecho nada realmente punible merecedor de tal destino y su inhumano tratamiento, y el peligro que, en consecuencia, sobre mí puede caer desde este mismo momento por ello, poder criticar con saña el fruto criminalizador y represor de tus escritos, Don Carlos, pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los reportajes poliperiodísticos que escribes al dictado del poder, lo que, a día de hoy, te garantiza fama, dinero y premios, sin duda alguna. Vale.

Pero quién sabe lo que te podrá traer mañana. Porque igual un día el poder cambia de clase. 

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